Inicios
Madrid, 1848
Discípulo
Roma, 1855
París, 1861
Madrid, 1868
Retiro a París
El pintor Antonio Gisbert nació a las doce horas del 19 de diciembre de 1834 en la localidad alicantina de Alcoy. El joven muchacho cursó los primeros estudios en la escuela local del presbítero Antonio González Valor, donde demostró poca afición por los libros, pero mucha por el arte, ya que se dedicaba a pintar decorados de modestas obras teatrales ayudando a su padre en la realización de bastidores, lo que le valió ser conocido con el sobrenombre del pintoret.
En 1848 tomó una importante decisión: su afición por la pintura le hizo emprender un viaje a Madrid para ingresar como aprendiz en el taller de un pintor escenógrafo, amigo de la familia y establecerse definitivamente allí. Después pasó a los Estudios Menores de Dibujo, dependientes de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, para finalmente hacerlo a las clases superiores.
José de Madrazo, figura clave para entender el arte de este período y que, como discípulo de David, supo transmitir directamente a sus alumnos los preceptos del neoclasicismo daviniano riguroso desde París a Madrid, adivinó en Gisbert un gran artista y le alentó de continuo. En plazo no muy largo quedaron brillantemente confirmados los juicios del ilustre maestro porque Gisbert ganó, en reñidísimas oposiciones, una plaza de pensionado en Roma.
Se trasladó a Italia, a finales de 1855, para continuar con su formación de pensionado por el Estado junto al pintor José Casado del Alisal y el escultor Felipe Moratilla. Pensionado en Roma durante los tres años que discurrieron entre 1855 y 1858, desde allí remitió los trabajos consiguientes a la Real Academia de Bellas Artes madrileña. El estudio de la Antigüedad y de las obras artísticas del Renacimiento fueron puntos de referencia obligados, por lo que el viaje a Roma pasó a convertirse en una especie de periplo religioso de peregrinación. La visita a París, y más aún la estancia de algunos meses y años, se consideraba como necesario complemento del artista.
A finales de febrero de 1861 Gisbert se trasladó a la capital francesa con una pensión del Gobierno español con el objetivo de pasar dos años más en el extranjero para pintar otro cuadro cuyo asunto sería Doña María de Molina presentando a su hijo el niño rey D. Fernando IV el Emplazado a las Cortes de Valladolid. Allí pasó largas temporadas, ciudad que conocía bien, pero en la primavera de 1868 decidió regresar a Madrid.
Durante esta nueva etapa asumió la responsabilidad de poner en imágenes las aspiraciones ideológicas de los liberales progresistas que conspiraban contra Isabel II y apoyaban a Amadeo de Saboya. Después de la Revolución de 1868, toda una serie de cargos públicos consagraron su imagen de pintor oficial: director del Museo Real y del Museo de Tapices de El Escorial. Al mismo tiempo, creaba la nueva imaginería liberal en los retratos del duque y la duquesa de la Torre, del duque y la duquesa de Prim y Amadeo I, y continuaba poniendo imágenes a pasajes seleccionados de la historia de España.
Tras la dimisión de su puesto en el Museo del Prado se instaló nuevamente en París donde residió hasta su muerte en 1901. En esta nueva etapa realizó numerosas obras de inspiración literaria y dos importantes lienzos de historia: Los Comuneros de Castilla y el Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, un encargo del gobierno de Mateo Sagasta como defensa de las libertades para las generaciones futuras.